Sacar las llaves de la cerradura
apagar las luces
no sin antes recorrer los cuartos;
cuartos menguantes de una luna vieja.
Así imagino a la vecina de arriba
cuando, cada noche,
repite su plegaria de pasos idénticos
y ruidos.
Justo antes de irme a dormir
lamento no recordar ni dioses ni oraciones.
Me encomiendo al recuerdo de los que amo,
en el instante anterior a que mis ojos
parpadeen el adiós, hasta mañana.